Aforismos de Leonardo da Vinci


Frecuentemente descrito como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento, genio universal, además de filósofo humanista cuya curiosidad infinita solo puede ser equiparable a su capacidad inventiva,​ Leonardo da Vinci es considerado uno de los más grandes pintores de todos los tiempos y, probablemente, es la persona con el mayor número de talentos en múltiples disciplinas que jamás ha existido.​ Como ingeniero e inventor, Leonardo desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse (entre ellos la máquina para medir el límite elástico de un cable), puesto que la mayoría no eran realizables durante esa época.​ Como científico, Leonardo da Vinci hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica. Menos conocida es su faceta literaria, en la cual destacan sus aforismos, algunos de los cuales publicamos a modo de ilustración. Puede consultarse una edición más amplia en este enlace.

I
La verdad es de tal excelencia que, cuando elogia pequeñas cosas, las ennoblece.

II
La proporción entre la obra humana y la naturaleza es la misma que media entre el hombre y Dios.

III
¡Oh, mundo!, ¿cómo es que no te abres para arrojar al fondo de tus barrancos, precipicios y abismos, y no mostrar más a la luz un monstruo tan cruel y tan implacable?

IV
Los ambiciosos que no se contentan con el beneficio de la vida y la belleza del mundo, tienen por castigo el no comprender la vida y el quedar insensibles a la utilidad y belleza del universo.

V
Es imposible amar algo u odiar algo, sin empezar por conocerlo.

VI
Una vida cumplida es siempre larga.

VII
Quien no pone freno a su voluptuosidad, desciende al nivel de los brutos.

VIII
Las bellezas y las fealdades aparecen más potentes las unas por las otras.

IX
Tanto da hablar bien del malvado como hablar mal del bueno.

X
Quien no castiga el mal ordena que se haga.

XI
El que pretende enriquecerse en un día, se verá apremiado durante un año.

XII
Quien no estima la vida no la merece.

XIII
Felices los que prestan oído a los muertos: leamos los buenos libros y pongamos en práctica sus enseñanzas.

XIV
Quien discute alegando la autoridad, no aplica el ingenio, sino más bien la memoria.

XV
Toda impresión tiende a perpetuarse, es decir, desea permanecer.

XVI
Toda acción natural se verifica por el camino más corto.

XVII
¿Por qué no dispuso la naturaleza que los animales no viviesen unos de la muerte de los otros?

XVIII
El agua que tocas en la superficie de un río, es la última de la que pasó y la primera de la que viene: así el instante presente.

XIX
Tú dices, oh pintor, que tu arte es adorada. No te atribuyas tal virtud; lo que se venera son las cosas que tus pinturas imitan.

XX
No debemos desear lo imposible.